Iniciando desde la fundación de la ciudad en 1851, donde la arquitectura serrana se estableció para predominar el panorama durante casi un siglo y después ser acompañada de movimientos como el funcionalismo (o el muy peculiar e idiosincrásico Estilo Vallarta a mediados del siglo XX), esta serie de tres artículos han servido como un ejercicio de análisis en el que se repasa cronológicamente la historia arquitectónica de Puerto Vallarta a través de sus más emblemáticas corrientes, estilos y construcciones.
Para este tercer y último capítulo, volvemos a contar con la valiosa colaboración de los arquitectos y especialistas urbanísticos Alfonso Baños y Óscar Morán para emprender un viaje desde la década de los 70 hasta el día de hoy, casi 50 años en los que el posicionamiento de Puerto Vallarta entre los destinos top a nivel mundial cambiaron el paisaje urbano en pos de adaptarse a las nuevas necesidades turísticas y demográficas de una región que crecería a ritmos agigantados.
Adaptándose al Turismo a Gran Escala
A partir de la década de los 70, el turismo adquiere una magnitud colosal en Puerto Vallarta, lo que desencadena un crecimiento urbano importante. Baños indica que, durante este período y hasta los 90, “la arquitectura se caracterizaba por mantener en gran medida los elementos de la arquitectura serrana y del Estilo Vallarta, los cuales eran ejecutados a una escala de grandes proporciones por la llegada y construcción de cadenas hoteleras”. Durante estas décadas también se construyen los primeros desarrollos condominales.
El primer hotel de cadena que llegó fue el Hotel Posada (1963), que para los años 70 ya contaba con 500 cuartos, sala de convenciones, plaza, tiendas y restaurantes; una monumentalidad nunca antes vista en la ciudad con un estilo que unía el sabor tradicional con las necesidades modernas. Le siguieron el Camino Real, que también incorporó algunas características de la arquitectura local o el Fiesta Americana, que seguiría la misma estela, pero marcó un hito en lo grande y colorido. También a finales de los años 70, destaca la construcción del Hotel Sheraton (la primera gran firma hotelera internacional en incursionar en el destino), la cual superó en dimensiones a sus precursores, sobre todo con su posterior ampliación a finales de los 80, donde se cuidó que los materiales y elementos respetaran la arquitectura típica de Puerto Vallarta.
Otro hito sucedió a mediados de los 80 con el desarrollo de Marina Vallarta, un gran complejo enfocado al turismo y a las residencias de lujo, incluyendo casas, condominios, hoteles como el Regina o Meliá y zonas recreativas como la gran marina y un campo de golf. En esas construcciones, siguiendo el Plan Maestro de Urbanización de la época, se especificaba que los edificios debían respetar el Estilo Vallarta utilizando elementos y materiales tradicionales, por lo que aún se siguen observando techos inclinados con teja, entre otras características.
Respecto a esta etapa (desde los 70 y hasta los 90), Óscar Morán comenta que “la integración del Estilo Vallarta fue siempre gradual con las nuevas tendencias. Hasta principios de los 90, en todos los arquitectos —incluyendo Wulff, Díaz Escalera o Favela que aún seguían vigentes—, se veía la intención de integrar esos materiales que se utilizaban al inicio. Esas décadas coincidieron con el período de influencia del postmodernismo, cuando se empezó a explorar con formas clásicas y se vuelve a experimentar con bóvedas, cúpulas, arcos y abstracciones de la cultura clásica y neoclásica contra la simplicidad en las formas del funcionalismo, que era un movimiento modernista”.
El Vallarta del Siglo XXI: Desarrollos Condominales
A finales de los 90, inicia una revolución arquitectónica y estilística en Puerto Vallarta. Por primera vez en el destino, las nuevas edificaciones no presentaban características típicas del Estilo Vallartense y se enfocaban en una estética contemporánea globalizada, más adaptada a las necesidades de las actividades turísticas y la mayor afluencia de residentes extranjeros. Esto causa un nuevo fenómeno: “Hasta finales de los 90, la mayor inversión turística fue la hotelera, pero a partir de 1999, la inversión principal se torna condominal”, comenta Baños. Durante la etapa del 2000 al 2008, se construyeron edificios residenciales como Bay View Grand, Shangri-la, Molino de Agua, Península, Icon y otros más que cambiaron el paisaje urbano del destino. “A partir del siglo XXI, podemos hablar de que Vallarta adquiere un skyline más definido”, añade Óscar Morán.
A partir del 2013, este estilo contemporáneo se extiende con mayor fuerza. “La verticalidad ya se empieza a ver en barrios consolidados como la Emiliano Zapata y Marina Vallarta con sus nuevos desarrollos condominales, incluso en la colonia 5 de Diciembre o Versalles, cuando antes solo existía esa altura en la industria hotelera. Una de las principales virtudes de estos nuevos desarrollos es que, por primera vez, se explora el techo como área recreativa, ofreciendo vistas y amenidades desde la comodidad del edificio”, recalca Morán. Alfonso Baños especifica que, en la actualidad, “existe una arquitectura a gran escala donde muchos sí intentan incorporar algunos de los elementos vallartenses en cierta medida, aunque otros buscan implementar estilos más modernos y atractivos para el turismo”.
Finalmente, Baños asegura que es optimista respecto al futuro de la arquitectura en Puerto Vallarta. “Creo que está surgiendo una nueva ola de arquitectos que apuestan por la sustentabilidad y están construyendo edificios modernos, funcionales y estéticamente muy atractivos. Además, están conscientes de valores ecológicos, climáticos, así como la idiosincrasia e identidad local, lo cual genera valor para la comunidad”.