Para entender la pasión con la que el arquitecto Guillermo Soto habla acerca de su profesión, es necesario conocer su historia familiar, las circunstancias bajo las que se dio su formación académica y el transcurso de su carrera, la cual suma más de 20 años. Originario de Venezuela, nació en el seno de una familia de profesionistas, siendo su padre ingeniero civil y su madre química farmacobióloga. Desde niño, tuvo contacto con el mundo de la construcción: primero, a través de la curiosidad que le causaban los planos que se encontraba en casa y, posteriormente, comprendiendo de qué manera las líneas plasmadas en papel podían convertirse en obras tangibles.
“Desde el punto de vista técnico y estético, creo que desde pequeño mostré una vocación hacia la arquitectura. Es una pasión que fue dándoseme de manera muy natural. Con el tiempo, reconocí que no solo me llamaba la atención diseñar, sino también construir. He sido muy afortunado, pues durante mi trayectoria he podido desarrollar estas dos facetas”, explica.
A mediados de la década de los 80, Soto se mudó a México para iniciar sus estudios superiores en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Esta decisión estuvo influida por su interés en la arquitectura contemporánea mexicana, así como en la riqueza cultural e influencias prehispánicas de los modelos arquitectónicos de nuestro país. Con el apoyo de una beca de movilidad estudiantil, Guillermo pudo cursar por completo la licenciatura y obtener un título avalado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de esta grata experiencia, volvió a Venezuela, en donde durante 15 años se desenvolvió en la industria de manera exitosa. Fundó su propia empresa constructora, estableció su oficina de diseño arquitectónico e, incluso, abrió una carpintería para nutrir sus proyectos. No obstante, luego de este período de bonanza, tomó la decisión de volver al país que lo acogió como estudiante para comenzar desde cero.
“Para el desarrollo de cualquier carrera, en especial la construcción, se necesita una economía sólida y estable que ofrezca una plusvalía a las propiedades, además de seguridad jurídica. De esta manera, las inversiones se mantienen. Por este motivo, ciudades como Puerto Vallarta experimentan un fuerte desarrollo. Los extranjeros que desean adquirir un inmueble ven en este sitio una gran oportunidad, pues saben que tendrán una ganancia a futuro. En aquel entonces, en Venezuela no se sentían los efectos de una crisis económica, pero intuí un poco de lo que se avecinaba para mi país a través de mis clientes, quienes eran grandes empresarios. Aunque fue muy difícil, tomé la determinación de cambiar de residencia a México hace 12 años”.
Por supuesto, esta reubicación implicó grandes desafíos; sin embargo, el talento, experiencia y compromiso del arquitecto le aseguraron un buen desempeño en la industria mexicana. Además, encontró en Puerto Vallarta un excelente sitio para practicar su profesión. Hoy en día, a través de su empresa Lifeint Design, ofrece una variada gama de servicios relativos a la arquitectura, la construcción y el interiorismo, los cuales se adaptan a proyectos de cualquier escala, desde la remodelación de un condominio hasta el desarrollo de una torre. El equipo de la firma está integrado por diseñadores con amplios conocimientos en estética, tendencias internacionales y estilo de vida.
Soto destaca la originalidad de cada uno de sus proyectos, pues se esmera en generar diseños de vanguardia acompañados de toques personales. De esta manera, logra un punto de encuentro entre su visión artística y los deseos de los propietarios. La ejecución es otro factor clave y reconoce que, por lo general, sus clientes le confían también esta parte.
“Desde la primera idea o línea en el plano, el arquitecto tiene una intención clara y una inspiración. A mí me apasiona cuando un cliente me da la oportunidad de dirigir tanto el diseño como la construcción. Es un compromiso muy grande, pero me gusta tomarlo porque sé que el resultado será congruente y el espacio terminado lucirá igual o mejor que en el render. El cliente no se tiene que preocupar por la transición entre el trabajo del arquitecto y el constructor para lograr un resultado satisfactorio”, menciona.
Además de considerar las expectativas y deseos de sus clientes, Soto Vásquez toma en cuenta el entorno en el que se asentará el proyecto. En Puerto Vallarta, por ejemplo, aprovecha el clima, las vistas y las bellezas naturales para crear espacios interiores y exteriores que dan la impresión de mezclarse, lo que resulta muy atractivo para los residentes, pues pueden disfrutar al máximo del estilo de vida frente al mar.
En cuanto a las tendencias que están predominando en la ciudad, reconoce que las unidades tipo loft están muy presentes en las nuevas construcciones. Por otro lado, señala que comienza a surgir en la región un interés por desarrollar incorporando nuevas tecnologías como sistemas inteligentes de iluminación y seguridad; además de edificios autosustentables, ya sea que cuenten con alguna certificación medioambiental o integren elementos como paneles solares. El venezolano considera que en el futuro cercano estos modelos se replicarán, pues la competencia en la bahía crece y pronto los desarrollos tendrán que ofrecer soluciones más innovadoras. “Actualmente hay muchas posibilidades y, como arquitectos, tenemos que estar actualizados. A mí me encanta investigar, leer y tomar diplomados cada que tengo oportunidad para estar bien preparado en este sentido”, finaliza.